lunes, 1 de diciembre de 2008

Doctor, doctor, me duele aquí. Pues váyase allí

Las agresiones al colectivo médico van en aumento en los últimos años. Hoy se han conocido datos en nuestra Comunitat que ponen el vello de punta. Se estima que hay una media de ocho incidentes de este tipo al mes sobre todo en las consultas de Urgencias médicas y guardias de atención primaria. Lo que sabemos procede de las pocas denuncias que cursan cuando el médico es insultado, amenazado o agredido físicamente por lo que es de suponer que, en el silencio que alimenta el miedo, quedan atrapadas muchas otras faltas de respeto que nunca salen a la luz. Conozco bien el funcionamiento de la sanidad pública por mis achaques crónicos y eso me permite ojear el panorama a vista de usuario. A mi paso encuetro de todo pero lo que más abunda son excelentes profesionales más aún en el grado de especialistas. Hasta que uno llega a ese nivel en la jerarquía médica suele toparse con una base sanitaria descontenta y estresada que conoce mucho de su oficio de curar pero desconoce otro tanto de cualquier patología que se salga del resfriado común o gripe, dolor de espalda, otitis o heridas infectadas... Tampoco tiene el médico de familia mucho a su favor para el buen ejercicio de sus conocimientos, la verdad sea dicha. Todo son zancadillas. La administración le pisa los talones con una media establecida para consulta de tres o cuatro minutos por paciente. A duras penas en ese instante fugaz da tiempo para saludar correctamente, despedirse con educación y que el médico estampe su número de colegiado en dos o tres recetas.
A la más mínima inseguridad frente a la dolencia que aqueja al paciente su médico le dirá la famosa frase: "tiene usted que ir al especialista. Pásese por la ventanilla de abajo y pida cita". Y luego el caminito monte arriba también lo conocen. Una media de tres meses (por decir algo prudente) hasta que el verdadero doctor, el que tiene conocimientos para darle la solución, le ve la cara. Sana, sana que si no curas hoy, curarás mañana.
Durante los últimos años hemos venido observando cómo han perdido valía aquellos médicos llamados antaño de cabecera. Cada vez hay menos conversación y más prisa. Resulta imposible que uno de estos médicos de atención primaria lo conozca a uno y siga una evolución natural de su dolencia. Todo eso lo hemos tirado por la borda. A la vez se ha "ganado en derechos" y a la mínima antipatía entre médico y enfermo ponemos en uso el comodín de acudir a la ventanilla para todo y solicitar el cambio de médico. Lo malo es que pronto nos damos cuenta de que el siguiente tendrá los mismos factores de estrés en contra para la buena realización de su desempeño y todo volvera al principio, perpetuándose así la desesperación y la rabia de los de uno y otro lado del mostrador.
Sin embargo nuestro sistema sanitario es serio y profesional cuando toca. Las bajas instancias (no deberían nunca tenerse como tales ni haber llegado a este extremo de degradación) se han sentido obligadas a burocratizar uno de los más bellos oficios del hombre: ayudar y promover el restablecimiento de la salud. Todo esto me recuerda a aquel chiste tan malo como profético para el caso: doctor, doctor me duele aquí. Pues váyase allí.
Presionados con la soga al cuello por un sistema derrochador y rácano a la vez, obsesionado en rellenar formularios, nuestros médicos de ambulatorio soportan un estrés inconveniente para poder centrarse en el componente humano del enfermo y, con el viento totalmente en contra, he de decir que la mayoría de los que he consultado consigue cruzar unas pocas frases humanas con su paciente antes de dar la entrada al siguiente. Este es el drama de la sanidad en España. Un drama silencioso y lorquiano de una administración que esconde sus basuras debajo de la alfombra. Luego tenemos a los matones de barrio. Esos pacientes o padres de alumnos (si les cambianos el escenario) que traspasan la barrera cuerda de la asertividad para convertirse en matones.
Entiendo que mantener un sistema de salud como el nuestro o el educativo resulte carísimo y ahora no estamos para tirar cohetes. Considero, sin embargo, que parte de la solución pasa por dotar de más autoridad a figuras como el médico y el profesor en nuestro país, pero autoridad real y no sólo sobre el papel. ¿Tanto cuesta eso? ¿No nos sale más caro pagar las bajas laborales de estos colectivos hartos y rotos por no poder dedicarse a lo que les gusta? Como siga la cosa así ya me imagino visitando a un médico blindado con pantalla de cristal o por web cam desde mi casa. Tampoco nos vendría mal recordar que el calor humano es otro de los coadyuvantes en la recuperación de la salud y ése no se estampa en una receta.
Matones de ambulatorio y médicos mediocres a parte nuestro sistema sanitario da muestras de clara enfermedad y lo mejor siempre en estos casos es pillarla a tiempo.
Hasta mañana suertudos lectores ajenos a este espectáculo. Hasta mañana enfermos que soportáis la derivación. Hasta mañana J.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El objetivo de nuestra ¿elegida? Administración Pública es el desmantelamiento de la sanidad pública, potenciando la sanidad privada para que los amiguetes de los politicos de turno puedan sacar tajada.
Si preguntasemos a cualquier directivo de la Administración Sanitaria dirá que todos sus profesionales son buenos. No prodrá decir que tienen los medios (tiempo, materiales) suficientes.
Si dejamos a un lado los médicos de familia, y nos dirigimos a cualquier servicio de urgencias hospitalario (público claro) veremos como desde la semana pasada,que entró en vigor un nuevo procedimiento de altas, las horas habituales empleadas se duplican (antes cuatro, ahora una jornada entera). Veremos a médicos por los pasillos, llorando porque les han doblado el número de guardias. Enfermitos agredidos (verbalmente, claro) por algun profesional que ante el estres que tiene que soportar no ha encontrado otra salida.
Un amigo (médico, claro) me contaba la semana pasada que el futuro de nuestra sanidad es el presente que tienen en Estados Unidos: Centros privados con grandes medios y sistemas de seguros con primas que ningún españolito medio podría permitirse.
Y cuando viene el lobo.. y te pones enfermito de importancia, ale a vender la casa para pagar los gastos médicos...
Ojala se equivoque y ojala sepamos rectificar (si no está equivocado) a tiempo.
Sirva lo escrito para corroborar tu punto de vista con otras apreciaciones.

(Si no he seguido tus lineas ultimamente es porque estoy un poco "plof", quizás victima de esta sanidad)
Un abrazo....