miércoles, 28 de enero de 2009

Lapsus freudiano

Cuando uno entiende que la traición o el desdén provienen del amigo o hermano el golpe, sin ningún género de dudas, es percibido más fuerte.
Entro en casa un poco antes de las dos del medio día. Como es costumbre en mí enciendo la televisión para ver la tertulia política de "Las mañanas de Cuatro" con Concha García Campoy.
En la pantalla aparece la directora del espacio acompañada de un psiquiatra muy habitual de esta cadena, José Cabrera, hablando de la adición al sexo.
En un momento de la conversación y, sin venir a cuento, el mediático médico dice a la presentadora que lo normal es que las relaciones sexuales sean entre hombre y mujer. Esto es lo normal, recalca. Que un hombre mantenga relaciones sexuales con una mujer.
Aclaro en este punto que eso es lo que yo he creído escuchar. Ha sido suficientemente fugaz el comentario para no poder retenerlo con absoluta nitidez en mi memoria pero a mí me ha parecido entender lo que les explico.
Armado de valor y coraje (como el nombre de aquel programa dominguero que presentaba Constantino Romero hace un siglo o dos) ante el tufillo homófobo que llega a mi pituitaria, cojo el teléfono y llamo a la cadena:

- Las Mañanas de Cuatro ¿dígame?
-Buenas tardes. Sé que ya ha terminado el programa. No llamo por la tertulia política.
-Dígame
-Llamo porque he creído entender algo en las palabras del psiquiatra forense pero tengo dudas...
-¡Lo sabía! Sabía que esto pasaría. Lo hemos comentado por aquí.
-¿Ha podido decir que lo normal es que el sexo se practique entre un hombre y una mujer? Es que no entiendo muy bien la intención de ese comentario...
-Pero creemos que no lo ha dicho con esa intención. Pensamos que no ha querido decir lo que ha parecido.
-De la forma que lo ha dicho no me ha gustado nada. Mire, admiro a ese profesional por sus dotes de comunicador y por sus conocimientos. Lo sigo en otros programas de su cadena. Pero lo que he oído, no me ha gustado. Sólo quería hablarlo con ustedes, con el equipo del programa. El colectivo homosexual está en medio de una lucha de intereses permanente de distintos sectores de la sociedad. Si he entendido bien, este comentario no nos favorece nada.
Desde no hace poco tiempo elogio la labor de su grupo de comunicación con Gabilondo, Oliver, Nierga, Francino y Barceló entre otros posicionándose del lado del colectivo homosexual. No entiendo que si su mapa de ruta es ése, un colaborador de uno de sus programas pueda decir lo que he escuchado.
-Le entendemos.
-Sigan como hasta ahora, por favor. Sólo pretendía mostrarles mi perplejidad.
-Muchas gracias.
-Gracias a ustedes.

Sigo pensando que el médico psiquiatra iba por donde iba. No obstante no puedo afirmarlo con rotundidad. Un hombre culto, un intelectual, no se distrae entre marañas de palabras.
Desconozco el alcance de mi llamada a estas horas pero he cumplido con mi obligación.
Deslizarse por el término "normal" es peligrosísimo y más en un plató de televisión.
¿Qué es normal? En una de mis primeras clases en la facultad aprendí a desterrar esta palabra de mi uso cotidiano y profesional. No sólo porque se pueden herir muchas sensibilidades sin necesidad sino porque sus límites son difusos y siempre plantean conflicto.
Respeto la opinión (como no podía ser de otro modo) de este colaborador al que creo amigo por su sensibilidad. No la comparto si sus palabras contenían un atisbo de agresión.
Ni la biología, ni la estadística ni ninguna otra ciencia son buenas amigas de la normalidad.
Quizás he ido demasiado lejos al coger el teléfono pero ya son tantos los golpes recibidos en este tiempo que, a veces, una simple brisa se antoja un fuerte vendaval.
Estarán conmigo en una cosa. No es lo mismo hacer este tipo de afirmaciones en programas frívolos y sensacionalistas donde todo el mundo grita y pierde las formas que en un programa amable que repasa la actualidad del día. Deseo que todo termine en un mero lapsus producido por la mente del doctor Cabrera, de esos de los que Freud habló tanto. De no ser así habría que profundizar más en las páginas del DSM para ver qué pasa por esas cabecitas de estos mundos de dios.
Hasta mañana solitarios divanes de psiquiatra. Hasta mañana platós convertidos en peluquerías de barrio. Hasta mañana J.

1 comentario:

MC dijo...

Has hecho muy bien en llamar al programa, ni lo dudes un minuto, yo no lo vi pero deberia de haber llegado tu comentario a la normalidad del psiquiatra anormal.
Un beso