"En paro". Así rezaba ayer la portada del suplemento dominical de El País.
La prensa escrita y la audiovisual no paran de lanzarnos el mismo mensaje: España está sumida en una de las peores crisis de las últimas décadas. El mensaje no es nada nuevo y algunos hacen su agosto particular a costa de retratar la pobreza en nuestro medio. Los viernes tenemos ración de desastres familiares en la ruina en Cuatro. Desconozco si aún emiten aquel programa penoso en el que un economista (guapito de cara) se paseaba por el salón de los González para llamarles manirrotos, inducirles a vender uno de los dos coches y a dejar de fumar... en fin.
Parece que ahora la economía interese a todos. Es como si la incultura matemática y financiera que arrastramos desde hace varias décadas la quisiéramos solucionar a golpe de programitas que no acaban siendo ni chicha ni limoná. No critico la existencia de espacios como Economía a fondo en CNN+ u otros que ayudan a entender mejor lo que está pasando y lo que nos viene. Lo que me saca de quicio es el contenido basura de espacios que dan miedo más que otra cosa. No estamos para miedos, estamos para buscar soluciones y aportar ideas para salir del barranco. Sólo aprendiendo de nuestros errores pasados podremos superar estas fortísimas turbulencias para volver a navegar seguros.
Podríamos seguir analizando contenidos televisivos de fácil consumo y peor digestión pero no es mi propósito. Tampoco los programas "formales" que sientan a su mesa a catedráticos de economía son prácticos o ilustrativos en muchos casos. En ocasiones porque los asistentes dicen hasta donde saben, en otras porque mienten hasta donde pueden.
Me quiero detener en la importancia de la prensa escrita. La de toda la vida. La de negro sobre blanco. Aquí el tono debe ser otro. La buena elección de las fuentes y la sobriedad en el tratamiento de la información deben ser la razón de existir de cualquier periódico. Pero no hablamos de cualquier periódico en esta ocasión.
En la fotografía que sirve de soporte al dominical de El País de este domingo, aparecen cuatro hombres de mediana edad en primer plano. Al fondo unas grúas paradas y obras aburridas en el limbo. Bajo la escena reza el título "parados".
¿Y las paradas? ¿Desconoce este medio que prácticamente la mitad de los parados son mujeres?
¿Por qué no salen en la foto?
Para el observador medio, la foto ofrece un claro mensaje: el problema del paro en España afecta a los hombres y al sector de la construcción. Pero esto no es así.
El drama que viven los jóvenes de veinte a treinta años es como para incluirlos en la foto. La ausencia de la mujer en la portada del dominical de un medio tan influyente es, a mi juicio, imperdonable.
Los últimos datos de la Encuesta de Población Activa hablan solos: 1,519 millones de mujeres están desempleadas, con una tasa de paro del 15,14 %.
Las mujeres han sido siempre imprescindibles para construir el país que todos deseamos. Ni qué decir tiene que seguirán siéndolo en todos los desafíos que tiene por delante nuestra sociedad. Ellas han tenido menos oportunidades cuando los tiempos eran favorables y, ahora que son muy difíciles, es fundamental que se siga hablando de ellas, de las injusticias que se cometen contra ellas y las desigualdades sexistas en el terreno laboral.
Apuntad, amigos del alarmismo. Si alarmáis, alarmad bien. No dejemos a tanta gente que llora hacerlo sola.
Mucho debe saber sobre lo dicho aquí Penélope Cruz. Al menos ella ha sabido burlar al machismo y ha logrado salir en la foto. Aunque claro está, todas no son Pe.
Hasta mañana luchadoras incansalbes por la igualdad real. Hasta mañana imperdonables olvidos de hombres con poder. Hasta mañana poderes que hacen autocrítica. Hasta mañana J.
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