lunes, 24 de noviembre de 2008

Las siete diferencias

Cuando era pequeño me pasaba las horas muertas jungando a aquello de buscar las diferencias entre dos ilustraciones. Con el tiempo aprendí que no era del todo mala la costumbre de gestionar así mi ocio, pues esa actividad servía para agudizar los sentidos y focalizar la atención en aquello que vemos.
Cambiemos las viñetas de ayer (casi siempre de perritos con gorro y bufanda de lunares, cosa que nunca entendí) por dos rostros de primera línea de actualidad: Obama y Zapatero.
Un periodista dos veces ganador del Pulitzer sostiene en un artículo publicado este fin de semana en The Washington Post que hay claras similitudes entre los dos líderes, incluso en el terrreno personal. Sería nuestro Presidente del Gobierno un aliado interesante para el nuevo gobierno estadounidense al igual que Tony Blair lo fuera de las administraciones de Clinton y Bush.
Empecemos a jugar al juego de las diferencias, a ese que adiestra la atención y dejemos a un lado las semejanzas del tipo de que ambos son delgados, a ambos les gusta el baloncesto y son padres de dos hijas. Eso para el ganador del Pulitzer parecen ser argumentos suficientes para un futuro casamiento pero, como de elucubrar se trata, elucubremos en el sentido opuesto. Dicho de otro modo éstas son las bases que sostengo para admitir un flirteo inicial entre ambos mandatarios que quedará en nada en un suspiro. De noviazgo ni hablemos y de bodorrio ni se me pasa por la cabeza.
Primera diferencia: Zapatero es socialista. Proviene de un partido que desde sus inicios luchó para poner fin a la diferencia de clases y tiene en sus siglas la "o" de obrero. Poco le queda de obrero pero su esencia parte de ahí. La ilusión de pensar que Obama se acerca ni de lejos a estos postulados (no representados en el arco político americano) es eso, una ilusión con gran carga de ingenuidad.
Segunda diferencia: a Obama le precede una etapa nefasta de derechismo rancio y él seguirá en el derechismo a su forma. Zapatero contradijo la tendencia en España y la moda de Europa cuando llegó al poder. En medio de un bosque caducifolio, Zapatero brotó con hoja perenne.
Tercera diferencia: América nunca aprobaría leyes sociales como las del matrimonio homosexual, el divorcio express o la eutanasia pasiva. Nos guste más o nos guste menos, la cuna de la democracia aún está lejos siquiera de estos debates. Obama será mirado con lupa por numerosas iglesias que tienen raíces por todo el país. Salirse del tiesto podría costarle carísimo.
Cuarta diferencia: casi expresada en la tercera y contenida en ella. La religión cuenta con un peso específico en aquel país. El divorcio auténtico iglesia-estado en EEUU está todavía por venir. Nos veneden una separación teórica pero en la práctica no es así cuando los políticos se sitúan a la derecha del padre. Recordemos que a Bush le hablaba Dios, el mismo Dios cuyo nombre viene impreso en el dólar.
Quinta diferencia: América se debe al desarrollo industrial que impulsó y mantuvo el capitalismo. Por esa razón, así de sencillo, Obama regalará titulares a la prensa internacional de cierto espíritu ecologista pero siempre estará cautivo por un sistema basado en producir y producir para seguir manteniendo el primer puesto de potencia mundial. Zapatero trabajará (si es listo y valiente) en reconvertir el sistema productivo español en la ruina por el momento. Hará más en la lucha contra el cambio climático porque podrá hacerlo, sencillamente. Sus medidas serán de infinita menor repercusión para la solución al problema real.
Sexta direfencia: la lengua. Dos lenguas además que se oponen, que rivalizan por conquistar el mundo. Con la de Cervantes iremos paseando por donde nos dejen, ahora que aún está de moda. La de Shakespeare intentará imponerse frente al chino mandarín que despunta con amenazante fuerza como su país de procedencia. Nunca dos genios fueron amigos y ninguna estructura soporta el bicefalismo, la lingüística tampoco. Para que a Zapatero le sonrían las estadísticas de número de hablantes hispanos tendrá que seguir dando codazos al mundo angloparlante de Obama.
Séptima diferencia: Obama es un gran orador, Zapatero no conoce ni la lengua de los negocios. Un tono cansino, repetitivo y monótono con interminables circunloquios es la forma en la que se expresa nuestro Presidente. Los asesores de Obama saben más de hacer discursos que los del PSOE que aún están en el balbuceo. Gusta escuchar a Obama y cansa cruzarse con los discursos de Zapatero.
¡Me encanta esto de las diferencias! Veo una más, ésta de enjundia: el presidente electo no va a sentir el placer de tener a la COPE resoplando en su nuca desde las seis de la mañana. La imbecilidad sofisticada intelectualoide de los muñecos de la Conferencia Episcopal sólo la sufre ZP. Bueno y algunos otros masocas que siguen estas ondas para conocer mejor al enemigo.
Ahora que lo pienso, con esta oposición ¿cómo va a aprender Zapatero a argumentar mejor?
Hasta mañana amigos de las diferencias. Hasta mañana periodistas casamenteros. Hasta mañana J.

3 comentarios:

MC dijo...

Uno de los artículos que mas me ha gustado J, quizá pq a mi también me gusta jugar a las diferencias y tu con las 7 lo has clavado, sobre todo la última, las grandes dotes de orador de Obama brilla por su ausencia en ZP, pero lo que él representa de contenido y no de forma lo dota de mayor interés.
Tu retórica siempre me acompleja a la hora de hacer mis comentarios ya que envidio la chispa que tienes al contar las cosas.
Este artículo, uno de los que más me ha gustado, conjuga a la perfección conocimiento y transmisión del mismo combinándolo con el juego de las 7 diferencias.
Gracias por seguir admirándome.

Anónimo dijo...

Esperemos que las palabras de Obama no sean cantos de sirena para sumirnos en un estado de estupidez tal que no nos demos cuenta de que del dicho al hecho hay mucho trecho.
Sin ánimo de desanimar a nadie, a mí no me extrañaría pues todo lo que sale de la Casa Blanca está perfectamente medido y estudiado para aparecer como el no va más, pero tras ese envoltorio no hay nada... o mejor dicho, un grupo de ricos avariciosos que manejan el cotarro y que crean esos oasis en el desierto para que les dejemos seguir chupándonos la sangre y lo que haga falta.
En los institutos americanos, en el laboratorio, se suele hacer un experimento horroroso con una rana. Si hierves agua en un recipiente y echas la rana en el agua hirviendo, ésta salta instantáneamente fuera del recipiente. Pero, he aquí lo interesante, si metes a la rana en el agua cuando aún está fría, y con ella dentro vas calentándola hasta el punto de ebullición, la rana no saltará y morirá, por supuesto.
A veces creo que todos nosotros somos ranas y no nos damos ni cuenta de la temperatura a la que nos han puesto el agua en la que estamos reposando tranquilamente.

Anónimo dijo...

Encantador argumento para hacer una comparativa curiosa y atractiva. De lo mejor que has escrito, sigue asi o mejor.