domingo, 8 de marzo de 2009

El demonio y la santa o las Cuatro Nobles Verdades

Cuentan que en una ocasión estando Santa Teresa en la soledad de su celda llegó el demonio y le dijo:
-Teresa, ¿para qué rezas? Si crees que te vas a salvar del fuego eterno, ¿para qué rezas? Y si crees que te vas a condenar en medio de las llamas y el azufre ¿para qué rezas?
El silencio se hizo más profundo y hondo que nunca antes en aquella sala.
Teresa escuchó atentamente aquellas palabras que como llamaradas de lava brotaban de boca de El Caído. Aguardó unos instantes antes de empezar a hablar. Al final dijo:
-Demonio, ¿para qué me tientas? Si crees que me voy a salvar acude en busca de otros impíos a los que puedas corromper. Y si crees que me voy a condenar, ¿por qué me tientas? Ve al encuentro de otras almas puras y sedúcelas con tus obscenidades.
Con esto, el demonio quedó tan perplejo y contrariado que, una vez hubo retenido las palabras en su malévola mente, se alejó para siempre de aquella celda.

Las preocupaciones nos asaltan constantemente en nuestras vidas. Vienen a visitarnos porque forman parte del proceso natural de estar vivos y del precio que pagamos por ello. Así nos lo enseña la Primera Noble Verdad del Budismo: "La vida es sufrimiento".
Si en alguna ocasión hemos creído como algunos han pretendido que el "duhkha" o miedo, el enojo, la desilusión, la frustración (dentro del plano psicológico) y las enfermedades, el cansancio, la vejez y la muerte (en el plano físico) podían ser borrados de nuestros días, estábamos tremendamente equivocados.
La santa conocía desde la experiencia los sinsabores de la vida. Pero había un conocimiento más importante en el repertorio de esta mujer. El sufrimiento puede ser superado y la felicidad puede ser alcanzanda. Este es el contenido de la Tercera Noble Verdad del Budismo. Las preocupaciones nos asaltan durante el día y la noche pero conocemos bien el antídoto para tratar con ellas. Si abandonamos el deseo desmedido y el anhelo apasionado nos convertimos en habitantes del presente. Aprender a vivir cada momento con la mayor calidad posible es el secreto de aquellos que alcanzan el Nirvana. Teresa conocía ese estado y la oración la mantenía cercana a la dicha y la paz interna.
Habiéndoles contado ya la esencia de la Tercera Noble Verdad, conocen la Segunda. Al sufrimiento llegamos por el anhelo desmedido. Hemos de conocer bien nuestros límites y el lugar donde depositamos nuestras aspiraciones. Una vida completa no equivale a una agenda completa, ni a un hogar completo, ni a un monedero rebosante. La plenitud nace de dentro, nunca de fuera.
La Cuarta Noble Verdad nos revela el camino que nos lleva a trascender el sufrimiento. A este camino o Noble Sendero se llega por la comprensión, el pensamiento, la palabra, la acción, el sustento, el esfuerzo, la plenitud mental y la concentración.
Comprendemos al acercarnos al otro.
Pensamos bien al querermos mucho y bien.
Dominamos la palabra cuando es más que un arma, una herramienta.
Actuamos virtuosamente cuando nos mueve el amor.
Nos alimentamos de lo mejor si respetamos la Naturaleza.
Esfuerzo es igual a dignidad.
Somos plenos mentalmente si permanecemos en el silencio, en la quietud y la calma.
Si nos detenemos en lo bello y le hacemos un monumento, tenemos nuestros sentidos apaciguados, concentrados.
La vida entera está puesta a nuestro servicio para su aprovechamiento en el aprendizaje.
Doy gracias por tener a un Buda muy cerca. Gracias porque cada día ilumina con sus destellos a los que se cruzan en su camino y a mí me regala sus horas extra.
Para cuando llegue el demonio a mi alcoba, que seguro llegará, ya sabré qué responderle. He tenido maestros extraordinarios en el arte de espantar al miedo, no sólo en los libros sino de carne y hueso.

Para otros dos aspirantes a Buda, como yo. Porque nos ha unido el camino y ha sido maravilloso conoceros en la imperfección y el empeño. Por vuestras palabras de cariño.
Gracias.

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