martes, 10 de marzo de 2009

Una victoria de la ciencia sobre la religión

Obama ha vuelto a sorprenderme.
Hace apenas unas horas se ha rodeado de científicos para levantar las restricciones al uso de fondos para la investigación con células madre.
No es preciso recordar que Bush (simpatizante de ideas creacionistas más que evolucionistas) había puesto la zancadilla al avance de estas investigaciones, cerrando el grifo del dinero destinado a las mismas. Bush, aquel Presidente al que Dios hablaba y del que ahora no habla ni Dios. Aquel que será eternamente recordado en los libros como inventor de invasiones-negocio para favorecer a sus amigotes.
Muy dispuesto a desterrar algunas supercherías del montón de mierda que algunos en el poder habían impuesto a la sociedad americana en la última década, aparece Obama abanderando un cierto sentido común, una cierta tendencia cientificista que nos gusta. Las respuestas a modo de golpes no se han hecho esperar. Los enemigos del avance científico, los enemigos del progreso del hombre y la mujer en su permenente reto con la muerte, se han unido de nuevo para emprender su enésima cruzada. El Vaticano, ensañado estos días con el padre de Eluana Englaro, ha sacado un rato de su tiempo para tachar a Obama de enemigo público. Su decisión ha dicho "no está ética ni cientificamente motivada o justificada". Eso dijo la voz de la locura, la intransigencia, el odio y la superstición para ir arrimando troncos a la hoguera en la que hayan de prender fuego al nuevo blasfemo.
Otras instituciones simpatizantes y grupúsculos de presión y poder (esto si son lobbies y no los gays) tampoco se han andado con remilgos en su condena.
Sabemos por intución, más que por demostración, que Obama tampoco es libre en sus decisiones. No somos tan cándidos para pensar lo contrario. No obstante nos alegramos profundamente de que sus amos no sean los mismos que idiotizaron al presidente anterior.
Detrás de todo este cacareo se esconde un viejo y ensuciado dilema: la guerra intestina entre los que consideran que un embrión es ya una criatura y los que pensamos que no es así. Creen algunos fundamentalistas religiosos y otros de la derecha que manipular parte de ese embrión sería un atentado contra la vida. Entonces equiparan al científico dispuesto a ello con un asesino, y al gobierno que lo sostiene, con una especie de mafia. No nos llevemos a engaño. Sabemos que la mafia se mueve por presión, chantaje y coacción y nunca ha sido ése el ideario de la ciencia.
Yo resuelvo esto de una manera llana pero efectiva. Hace años aprendí en la consulta de un psicólogo que si viene una barca a rescatarnos de un naufragio a la persona que más quiero y a mí y no hay espacio más que para uno de los dos en la embarcación, soy yo el que debo acogerme a la salvación sin dilación. Hago extrapolable este razonamiento al tema que nos traemos entre manos. ¿Por qué es más importante la vida en potencia de un embrión que la mía propia? ¿No es mejor acogerse siempre al principio de autorrespeto y supervivencia?
La vida puede resultar amarga en algunos casos. Creo que todo camino de esperanza que se nos abra para mejorar la calidad de nuestra existencia es una oportunidad que no debemos desaprovechar. He de confesarles que me ha ido mucho mejor de unos años a esta parte, desde que deseché todo cuanto pude mi pensamiento ignorante y lo sustituí por uno más realista y científico. Me considero hoy una persona menos manipulable y, por consiguiente, más satisfecha y feliz. Sé que el camino del conocimiento está lleno de zarzas espinosas que hay que sortear a diario. Acepto esto antes que los dogmas que me apresaban ayer.
Huyo de los iluminados y rezo, aunque suene a pura paradoja, para que no lleguen más a nuestros gobiernos.
El Vaticano ha dicho de este episodio que ha sido "una triste victoria de la política sobre la ciencia y la ética". Yo soy de la opinión de la Premio Nobel de Medicina Rita Levi Montalcini : la de estos días ha sido una decisión "de gran importancia para el futuro de la humanidad"

Amén.

Hasta mañana defensores de la ciencia. Hasta mañana aprovechados de las debilidades. Hasta mañana comprometidos con dignificar la vida. Hasta mañana J.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Acariciando la luna llena y la noche, mecida en tus reflexiones, cabalgando entre tus pensamientos, tus iras, tus mil sensibilidades extremas y tu amor por el mismísimo palpitar de la vida he desgranado mi preciado rato de ocio nocturno, de soledad, de silencio. He disfrutado de cada frase, de cada idea, de cada canto a la vida entre tus palabras. Esas palabras, ese bullir de sensaciones, sentimientos, ansias, deseos, esa explosión que te caracteriza.

Y ahora, ahora sí, he estado sumida en tu mundo lunar plasmado en este formato sustitutivo del papel y el pergamino. Formato al cual recurro para comunicarme, divertirme, buscar información, gestionar correos, o burocracias varias. Pero al que no estoy acostumbrada a recurrir para lecturas que no sean medios informativos. No estoy acostumbrada a los blogs. Para esas cosas, sigo gustando del papel, ese que manoseas, rozas con tus dedos mientras lees, ese que te acompaña en cualquier espera, cualquier cambio de actividad. Necesito ese aroma sublime que emanan los libros.



Ahora sí, he navegado en tu mundo escrito, ese que te sume en continuas y variadas reflexiones. Ese mundo tuyo, al que ahora he accedido sin prisas, en el momento justo en el que sabía que podría disfrutarlo.

Y, ¿sabes?, ha sido mucho más enriquecedor ahora. Ahora que te intuyo, que te siento, que te huelo, que sé de tu energía, de cómo escribes conversando en tiempo real. Ahora que sé más cosas de ti, de ese volcán que llevas dentro. De tus anhelos, tus odios, tus fobias, tus risas, esos mil matices, que me han hecho cabalgar por tu texto con soltura, con cariño, con complicidad. Imaginándote mientras escribes, leyendo entre líneas tus emociones, más aún de las que muestras tan llanamente, que no son pocas...



Ahora sí, he disfrutado de tu “yo” a solas, con este silencio de madrugada que tanto me ha gustado siempre. Sí, a solas, tan siquiera contigo.



Un beso en la noche, os imagino dormidos,lo dejo dulcemente sobre vuestra almohada...




Un guiño con cariño, es un gratificante honor empezar a considerarte amigo.