martes, 16 de septiembre de 2008

Venimos de vendimiar de la viña de mi abuelo

Así daba comienzo el estribillo de una seguidilla manchega que aún resuena en el centro de nuestro país acompañada de las bellas notas de un laúd. Pero el protagonista de nuestra columna de hoy no es el folklore manchego, por desgracia de capa caída como las costumbres de antaño de tantos otros lugares. No queremos prescindir, no obstante, de los conocimientos de folkloristas y sociólogos por si pueden arrojar algo de significado a estas incalificables declaraciones hechas ayer por el líder de la oposición: "España está volviendo a tiempos pasados con casi ciento ochenta mil extranjeros cobrando el seguro de desempleo y veinte mil andaluces que se van a la vendimia francesa". Y lo realmente extraño, añado, es que esto nos sorprenda y algunos hasta se rasguen las vestiduras ahora. Rajoy ha ido por ahí con una campaña electoral derechona y populista, encaminada a cabrear a las clases medias y a todo el que comprara su discurso de miedo, de dudas razonables y desconfianzas varias que arrojaba contra todos aquellos que no eran como él (o como él dice que hay que ser). En los meses pasados hemos tenido que escuchar de este aspirante a la Moncloa aquello con lo que se regodea de placer al pronunciarlo: "las personas normales", "los ciudadanos normales", "las familias normales..." Yo saltaba de un bote del sofá por la indignación de una mentira que tiñe el discurso. Y es que normal ¿qué es?. El nacido y criado en suelo español, ése es normal. El inmigrante futbolista o banquero que llega a nuestro país con un contrato millonario bajo el brazo, ese es normal. Las parejas heterosexuales que van a misa los domingos y fiestas de guardar, ésas son las familias normales. Las sacrificadas madres que amputan su vida profesional por la crianza de sus hijos, ésas son normales. Como arrieros somos, nos hemos vuelto a encontrar de nuevo esta semana con Usted en el camino. Con un nuevo tropiezo en aquella misma piedra el Señor Rajoy se ha vuelto a desenmascarar. Realmente nunca hubo metamorfosis ni caída del caballo. Siempre la misma intolerancia, la misma fuerza puesta en que le compren un discurso que tan sólo hace unos meses le llevó a quedarse en el banquillo sin jugar el partido. Rota ya la careta de cartón-piedra sólo le queda autoconsumirse infravalorando siempre la inteligencia de los españoles y su gran margen de tolerancia con "lo demás", "lo otro" que, aunque en menor cantidad, en desventaja siempre, también es normal.
Y muy normal es que Usted esté ahí, justo donde se encuentra. Negando derechos tan elementales a los ciudadanos como el de profesarse cariño en el contexto de una familia o el de cobrar una prestación cuando se ha cotizado lo suficiente, siempre en el marco de la ley vigente española.
La coplilla del principio, cargada de razón, acababa así: "...y no nos quieren pagar, porque hemos roto un puchero". ¿Cuántos pucheros lleva rotos este vendimiador en tierra extraña? Para recoger las uvas de la dicha primero hay que sembrarlas. Hasta mañana sacrificados andaluces en busca de sustento. Hasta mañana inmigrantes de tercera para Rajoy. Hasta mañana aspirantes a familias normales. Hasta mañana J.

No hay comentarios: