viernes, 24 de octubre de 2008

Esperando el sí quiero

Zapatero está harto de los desdenes de Bush hacia España y eso es evidente. Sabe que el gesto de retirar sus tropas de Irak no le ha reportado ningún beneficio en las relaciones con la Casa Blanca durante estos años, pero con la exclusión de España de la Cumbre Financiera Internacional de Washington la cosa ha ido demasiado lejos. Resultaría casi inexplicable que la octava economía del mundo no fuera invitada a un evento de esas características de no ser por la mala gestión de la política exterior que está haciendo el ejecutivo español. Mientras el presidente se parte la cara entre mandatarios europeos y suplica recomendaciones en China a los intermediarios entre Moncloa y Bush, Pepe Blanco desprecia al gobierno americano sin remilgo y desde la visceralidad como si hablara del Real Madrid. Intentando ayudar a su amiguete José Luis, ha soltado por la boca todo lo que le ha venido en gana contra los anfitriones de la fiesta (más bien funeral por lo visto hasta el momento) a la que no hemos sido invitados para reescribir la historia. Ha dicho que se deja atrás un período que ha conducido a una guerra desastrosa y a un crack no visto desde el 29, que tiene nombre y apellidos. A lo que dice Pepe Blanco no hay que añadir ni una coma pero es del todo punto inoportuno hacerlo ahora que los telefónos están que arden para conseguir el objetivo deseado. El discurso de Blanco parece una broma de mal gusto, un chiste de esos de gitanos u homosexuales contado a deshora delante de un receptor inapropiado. Es absolutamente condenable la mayúscula tontería cometida por este Vicesecretario General bocazas al que estarían encantados de pagar por ser prudente y no por contar cosas que todos ya sabemos en momentos en los que hay que callarlas.
La injusticia que se comete con la exclusión de nuestro país de la Cumbre Financiera es de la magnitud de la lengua de Blanco. La primera no nos cabe en la cabeza y la segunda no entra en la boca de su dueño. España merece estar presente en esa mesa de conversaciones por mérito propio como afirma hoy en su editorial el diario El País. Contamos con uno de los sistemas finacieros más sólidos del mundo, entre los dieciséis bancos de más peso del mundo encontramos dos españoles y España es el tercer inversor en el extranjero, después de EEUU y Francia por poner algunos ejemplos. Pero Bush (genio y figura hasta la sepultura) prefiere desoír a sus asesores casi en el paro y guardar los números en un cajón para devolverle el bofetón a ese imbécil (piensa él) que se parece a Mr Bean. Entonces la cosa se anima y empieza la salsa de la vida. El PP reprocha a Zapatero sus desaires permanentes a la Administración Bush y con el dedo acusador le recuerda que... "te lo advertí". Moratinos levanta el teléfono y tembloroso llama a Rice pero no logra convencerla pues hace falta mucho más despliegue de medios que ése para obtener el tan ansiado sí quiero. Durao Barroso hace lo que puede para que impere el sentido común en toda esta historia. Sarkozy se pone la careta de niño bueno ante los españolitos mientras recita internamente su mantra preferido "que España se joda" y la Vicepresidenta (más lista que el hambre) acaba con la rumorología de un plumazo al afirmar que "España estará en Washington".
Este es el panorama que tenemos a estas horas, las mismas horas en las que se derrumba por enésima vez la bolsa en toda Europa presa del pánico ante la inminente recesión mundial. Hace falta mucha madurez, mucha más seriedad y sentido de la responsabilidad entre nuestra clase política para que los ciudadanos que este mes han engrosado las listas del paro, tengan una mínima esperanza de que sus problemas puedan alcanzar una solución. Ni la seriedad ni la madurez son atributos que se reconozcan entre los citados pero se me viene a la mente alguien de quien no hemos dicho nada hasta el momento. ¿Recuerdan a un expresidente español con bigotito ridículo y greñas al viento que subía las piernas a la mesa en casa de un amigo suyo mientras sonreía y fumaba puros? Sería muy cortés de su parte que descolgara el teléfono ahora y llamara a su amigote de las fiestas para ver si se acuerda de él. A fin de cuentas Aznar es español y el desaire no se lo hacen al Presidente, sino a todos los españoles. Yo que soy republicano vuelvo a tener esperanzas en la Casa Real y en su ejemplo de madurez para conseguir meternos en el lío al que no hemos sido invitados. No me queda otra que decir...¡larga vida al Rey! para que interceda por los pobres que no tienen nada que llevarse a la boca.
Hasta mañana juancarlistas republicanos. Hasta mañana politiquillos de Europa. Hasta mañana nuevos parados sin esperanzas. Hasta mañana J.

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