Muchos de ustedes se habrán preguntado en lo que llevamos de semana qué ha pasado con el fantasma de la crisis. Parece que ya todo esté resuelto. Acabamos de vivir el fin de semana con más agendas coordinadas entre líderes europeos en dos décadas para poner solución a la situación financiera internacional y... ¿qué ha pasado con la crisis? No, no la busquen que no hace falta. La crisis está presente y bien presente en el panorama internacional. Preside cada uno de los escenarios de la vida cotidiana de los ciudadanos corrientes como usted o como yo y de los que ejercen ahora una política de foco y alcachofa. Las bolsas parecen haber reaccionado alegremente ante las nuevas de los líderes europeos y el lunes y el martes nos daban un alivio. El IPC ha bajado algo, lo cual supone otro respiro para las economías domésticas. El euribor, que a muchos quita el sueño, frena su tendencia alcista. Como puede observarse, la economía ha resucitado de entre los muertos. Pero eso de las resurrecciones está limitado al ámbito de las religiones y de las creencias de cada cual y no al de la economía que se enseña en las facultades. Los paleocristianos se lo pensaron dos veces antes de aceptar el dogma y muchos lo siguen debatiendo. Hacía falta un elemento en la vida de un hombre (de por sí excepcional) que le hiciera consustancial a Dios. Así callarían las bocas más críticas con el nazareno para siempre, porque aquel hombre hijo de carpintero era el mismo Dios. Lo de la resurrección vino a zanjar un polémico asunto para siempre. Con el dogma se evitaron muchas muertes en toda Europa en los siglos que vinieron luego, pero no todas. Siempre hubo mentes que supieron leer las intenciones torcidas de los que tienían delante. Señores, son muchos los que opinan que esta resurrección fabricada a golpe de dinero del contribuyente, de políticos figurantes sin un mínimo guión, de una Europa derechona con soluciones izquierdistas es más falsa que un duro de tres pesetas. Nos la están haciendo creer, como el dogma, mientras ellos velan el cadáver. La economía empieza a morir y para disipar dudas antes de que caiga al suelo la elevan a los altares. Es el momento para la política de foco y alcachofa, para vender humo contaminado. La historia nos enseñó, como ha quedado demostrado, que ante una decisión compleja es preferible decantarse por la opción menos mala. La misma experiencia nos dice que mentir sólo sirve para ganar tiempo o perpetuarse en el poder. El maquillaje es un invento de la realeza para tapar las secuelas de una vida desordenada. En unos meses llegará la luz del día. Entonces nos volveremos a ver todos las caras, sin máscaras ni tapujos. La verdad llegará implacable y, para entonces, los actores del disimulo estarán buscando una grada cómoda para ver el desenlace. Por ahora el pueblo calla. Calla y se revuelve en sus adentros contra aquellos que negaron durante meses que llegaría el chaparrón que ahora nos está calando.
Mientras, en alguna sala recóndita de un palacio perdido, se da la directriz de callar. Hay que seguir disimulando con política de foco y alcachofa...mientras se pueda. ¿No han visto nunca a un resucitado? Se equivocan, se llama Godon Brown.
Hasta mañana incrédulos sospechosos. Hasta mañana antorchas en la noche. Hasta mañana J.
miércoles, 15 de octubre de 2008
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2 comentarios:
Hombre, un colega lunatico
Bravo por descubrir que el teatro de la economía capitalista nos tiene a todos boquiabiertos. Lastima que cuando esta situación sea "historia" ya no estemos en condiciones de verla. Siento pena al descubrir que uno de los escenarios del teatro económico haya sido la globalización. Porque de alguna manera entendía que "bien llevada" no tenía porque ser destructiva.
Pero siento mas pena por las almas de los especuladores económicos que "llenos de verdad" son los autenticos responsables de la situación global, porque ellos no verán la luz. La "mano negra" de la economía ya tiene nombres.
¿Que nos queda?......
Salud y amor.....
(que el dinero está en manos de esos especuladores)
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